El arte del balance by Sofia Estrada - columna de opinión
Desde chiquita siempre he sido fan del amor propio en todas sus presentaciones.
El autocoqueteo, mi rutina de skincare, la música que escucho y la comida que como, hacen parte de los hábitos de “self-care” que jamás pueden faltar en mi vida.
Hace poco llegué a entender la real importancia del balance y de tener una buena rutina de autocuidado, pues antes de la pandemia era medio juiciosa con mis cremas -a veces me daba pereza, soy humana-, no tan juiciosa con la alimentación y vivía la vida loca de una mini-adulta en New York comiendo cualquier cosa que se me pasara por el camino, echándome todo tipo de cosas sin importar el orden, su origen y sus efectos en mi cuerpo, y escuchando música para silenciar mi cabeza e ignorar el hecho de que se me había olvidado lo importante que era el autocoqueteo constante que solía tener desde pequeña.
Al irme de New York, cayó la pandemia y decidí aprovechar todo momento para dedicarme a mí, a mi piel, a mis hormonas, a mi salud, a mi mente, a mi ser, a mi cuerpo, a mi corazón, a mi familia y a mi vida en general.
Les confieso que yo nunca he sido de esas personas que meditan religiosamente, ni tampoco he sido de las que tienen una práctica estable de mirar hacia adentro al menos de que me obsesione otra vez con el yoga, o esté leyendo otro libro de ayuda personal... o, al menos, de que recientemente haya salido inspirada de algún taller o alguna cita con un medium o algún profesor espiritual. Con el tiempo, y si no estoy encima, pierdo el hábito y es ahí cuando el ruido del día a día empieza a consumir mi alma una y otra vez.
Siempre he sido una mujer volátil, extraña, o como dicen en mi casa: multifacética -vibro con una cosa un día, después con otra, después me embobo con un tema nuevo, lo pierdo y encuentro otro o retomo uno viejo-. Así soy yo.
Mientras mi papá encontraba paz en la huerta, mi mamá en su trabajo y mi hermano en el bosque, yo encontraba paz conociendo mi cuerpo y entendiendo sus necesidades en diferentes áreas. Dentro de tanto silencio y mucha quietud mundial, encontré esa real importancia que les cuento dentro de mi rutina de todos los días y vi los efectos de una buena práctica con meses de ser constante y consciente de cada cosa que hacia por primera vez en mi vida.
Un día normal paso de ser así:
Levantarme a las 8:00 a.m. exhausta, bañarme, desayunar huevos con pan, montarme en un subway, ir a la universidad, ir al gimnasio (ojo: solo si me daba la gana ese día), almorzar cualquier cosa por ahí en la calle, volver a clase, montarme en otro subway, llegar a mi casa, poner música a todo volumen, pedir comida, trasnochar viendo series, dormirme entre 2:00 a.m. y 3:00 a.m. y repeat.
A ser a así:
Levantarme a las 7:00 a.m., tomarme un vaso de agua tibia con limón, de acuerdo a mi ciclo menstrual hacer ejercicio HIIT, Yoga, cardio o descansar si tenía la regla, escuchar un podcast de Sex With Emily mientras hago drybrushing, calentar la ducha, bañarme con agua caliente y luego agua fría, limpiar y preparar mi piel para un gran día con agua de rosas, serums, cremas hidratantes y protector solar, mirarme al espejo y autocoqueatearme y decirme cosas como por ejemplo: “te amo mamasota, qué hermosa que estás hoy” o “juepuchaaaa que mujerón que eres”... vestirme relajada con sudadera, hoodie y chanclas con medias, bajar y cocinarme un buen desayuno, revisar mi día, leer sobre la mujer y su sistema hormonal, leer sobre la ansiedad, el cerebro, la importancia del sueño, el mundo de los fermentos, las relaciones, la energía y miles de temas que me causan curiosidad, trabajar en mi música, comprar música, bajar a la huerta, cocinarle el almuerzo a mi familia -todo 100% orgánico-, trabajar y estudiar más y en las tardes salir a caminar, ver el atardecer, leer un poco más y dormirme a las 9:00 p.m. para empezar un nuevo día con energía.
Al entender el arte que existe detrás de la práctica y la constancia, le encontré el gusto a repetir mi rutina todos los días, y vi resultados en mi piel y en mi cuerpo ¡que jamás había visto y sentido!
Un buen sueño me permitía y me permite actualmente vivir días con ánimo para cumplir en mi trabajo, en mis relaciones y en lo más básico, cumplir con mi yoga y mi ejercicio. Un buen skin-care routine y una buena alimentación me permitía y me permite conocer y entender qué pasa en mi piel y por qué pasan ciertas cosas cuando pasan. Pero ajá, la pregunta del millón: ¿cuál es mi skin-care routine? y ¿por qué conecto mi rutina de piel con la alimentación?
Empecemos por lo primero: SKINCARE
- Primer paso: Jabón suave en la ducha en movimiento circulares.
- Segundo paso (2 veces por semana): Exfoliante natural para controlar puntos negros y granos.
- Tercer paso: Por fuera de la ducha tonifico mi piel con agua de rosas. ¡Esto me fascina! Amo el olor. Me siento como una diva.
- Cuarto paso (día): Un serum de Niacinamida para prevenir el acné y unificar el tono de mi piel. Esto solo lo uso en la frente, la nariz y en la cumbamba - mis zonas grasas.
- Quinto paso (un noche sí, otra noche no): Un serum de Acido Azelaico para prevenir el acné o si me sale un grano, esto ayuda a bajar el hinchazón. Esto solo lo uso en las noches porque puede manchar en el día y también únicamente en mis zonas grasas.
- Sexto paso: ¡Suero de ácido hialurónico nunca puede faltar! Ayuda a prevenir arrugas e hidrata mi piel.
- Séptimo paso: Protector solar ¡que es importantísimo! Mi mamá siempre ha dicho que nunca puede faltar el protector solar… ¡yo le hago caso!
Hay días donde me gusta hacerme mascarillas de carbón activado o de algas marinas o uso mi maquina de limpieza para limpiar los poros. En realidad, voy mirando que necesita mi piel y de acuerdo a eso le saco el tiempo.
Y ahora: LA ALIMENTACIÓN
Me he dado cuenta con el tiempo que mi piel reacciona impresionantemente a la comida que como. Cuando como gluten, azúcar o lácteos, boom, ¡bienvenidos los granos y la piel grasosa! Cuando como verduras, proteínas ligeras y grasas saludables, ¡bienvenida la piel sana!
Hoy escojo y prefiero nutrir mi cuerpo por dentro y por fuera, porque sé que con el tiempo me agradecerá a su manera.
Les doy un consejo:
No se trata de ser 100% estrictos a la hora de alimentarse y cuidarse la piel y el cuerpo. Eso no es sostenible y les hablo desde la experiencia, porque he pasado por todo tipo de dietas, modas, productos y vainas que se inventan todo el día las influencers, las redes, las nutricionistas anticuadas, las tías, las primas, el parcero deportista…¡No!
Se trata de adaptarse a un estilo de vida que te funciona a ti y que te dé resultados a ti. Siempre asesorándote con una doctora o un doctor en el que confíes al 100%.
En mi caso, yo vivo por la regla del 80/20: Si el 80% del tiempo estoy tomando decisiones que son aptas para mi cuerpo, el 20% restante puedo darme gustos como salir a comer pizza con amigos o comerme un helado cuando tengo la regla o olvidar ponerme las cremas de vez en cuando porque si.
Lo importante es escuchar el cuerpo, retomar el 80% y ¡entender que todo es perfecto cuando uno encuentra el balance y una rutina de self-care que funciona a largo plazo!
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